martes, 10 de marzo de 2009

A propósito de "Un caso de ceguera congénita para las palabras"

Si bien la primera descripción de un caso de dislexia data del año 1877 por Kussmaul quien describió el caso de un paciente que había perdido su capacidad de leer (Dislexia adquirida) y lo denominó ceguera verbal (caecitas syllabaris et verbalis), el primer caso publicado en la literatura científica de un caso de dislexia evolutiva se lo debemos a Pringle Morgan: A case of congenital word blindness (BMJ 1896; ii: 1378).



La verdad es que a Pringle Morgan sólo le faltó ponerle el nombre de dislexia, término que debemos al oftalmólogo alemán Rudolf Berlin: Über Dyslexie (Archiv fur Psychiatrie 1884, vol. 15, 276-278) que la había descrito unos años antes. Sin embargo, la descripción de Pringle Morgan es tan sustanciosa que no hemos dudado en reproducir aquí algunos fragmentos de dicho artículo.
PERCY F., es un muchacho de 14 años de edad, el segundo hijo de siete hermanos de padres inteligentes y el mayor de los chicos. Él siempre ha sido un chico brillante e inteligente, rápido en los juegos, y de ninguna manera inferior a los de su edad. Su gran dificultad ha sido -y sigue siendo- su incapacidad para aprender a leer. Esta incapacidad es tan notable, y tan pronunciada, que no tengo ninguna duda de que se deba a algún defecto congénito.
Tras describir algunos ejemplos de los errores ortográficos, continúa el autor:
Él conoce todas las letras y puede leerlas y escribirlas. En los dictados su escritura fracasa aun en el caso de las más simples palabras. (...) En el caso de que se le pidiera que leyese una frase que había escrito inmediatamente antes, no podía hacerlo, cometiendo errores en cada palabra, excepto las muy simples. Palabras tales como "y" y "el" siempre eran reconocidas.
Percy no tenía problema alguno con el cálculo superando correctamente las pruebas a las que le sometió Pringle Morgan. Dice que es aficionado a la aritmética, y no encuentra ninguna dificultad, pero que las palabras escritas "no tienen sentido para él" y mi examen me convence de que es correcta su propia opinión. Las palabras escritas o impresas parecen no transmitir ninguna impresión a su mente y es sólo después de una laboriosa ortografía que sea capaz, por los sonidos de las letras, descubrir su significado. Su memoria de las palabras escritas o impresas es tan defectuosa que sólo puede reconocer las más simples: "y", "la", "de", etc. Otras palabras parece que nunca se acuerde, no importa la frecuencia con que las haya utilizado.
Las conclusiones que extrae Pringle Morgan del caso de Percy son muy interesantes ya que se atreve a precisar en qué región del cerebro podría encontrarse la causa de esta ceguera congénita verbal, así como el comentario del maestro de Percy de que no tenía ninguna duda sobre el aprendizaje de este si la enseñanza fuese oral. Finalmente, el autor hace referencia a que el padre de Percy tuvo alguna dificultad con las letras cuando era pequeño.
Él parece no tener el poder de preservar y almacenar la impresión visual producida por las palabras-, por lo tanto, estas, aunque las haya visto, no tienen ningún significado para él. Su memoria visual para las palabras es defectuosa o ausente, lo que equivale a decir que es lo que ha denominado Kussmaul "ciego para las palabras" (crecitas syllabaris et verbalis).
Los casos de ceguera para las palabras son siempre interesantes, y este caso es, creo, especial. Es único, por lo que yo sé, en la medida en que no se deriva de ninguna lesión o enfermedad, pero es evidentemente congénito, y muy probablemente debido a defectos de desarrollo de alguna región del cerebro, el mismo que la enfermedad que reproduce en los adultos prácticamente los mismos síntomas, esto es, la circunvolución angular izquierda.
Puedo añadir que el niño es brillante y de inteligencia media en la conversación. Sus ojos son normales, no hay hemianopsia, y su visión es buena. El maestro que le ha enseñado durante algunos años dice que él sería el muchacho más inteligente en la escuela si la enseñanza fuera totalmente oral. Sería interesante ver qué efecto tendría esta enseñanza sobre su condición.
Su padre me contó que la mayor dificultad que él tuvo fue el aprendizaje de las letras, y que pensaba que nunca las aprendería. No cabe duda de que fue originalmente una ceguera para las letras (caecitas litteralis), pero a fuerza de constancia llegó a superarlo
.

Pese a estar escrito hace más de cien años, excepto por los cambios que ha habido en la terminología, el artículo de Pringle Morgan sigue teniendo una extraordinaria vigencia.

Búsqueda personalizada