jueves, 19 de mayo de 2011

Bibliometría y dislexia

¿Alguna vez os habéis preguntado cómo se mide la repercusión de un artículo científico? El avance del conocimiento científico tiene lugar a través de las revistas especializadas que publican artículos en los que los autores exponen los resultados de sus investigaciones basándose en una metodología muy seria y rigurosa. Es de prever que un avance científico tiene lugar a partir de estudios previos que son citados en la bibliografía de los artículos; así, en general, un artículo que sea citado muchas veces, quiere decir que tiene una mayor repercusión que otro que no sea citado nunca o muy pocas veces. Pues esto es lo que analiza la bibliometría, la parte de la cienciometría que aplica métodos matemáticos y estadísticos a toda la literatura de carácter científico y a los autores que la producen, con el objetivo de estudiar y analizar la actividad científica. Es una disciplina interesante sobre la que publicamos algunos trabajos en el pasado en colaboración con el servicio de Documentación de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid.
El cómo se mide y analiza la actividad científica es realmente complejo y, además, viene condicionado en parte por el tipo de actividad que se analice. Cada campo o disciplina de la ciencia tiene una proyección y una dimensión diferentes. Es decir, por ejemplo, el número de investigadores en dislexia es mucho menor que en hipertensión y, por tanto, la producción científica será menor. De los muchos indicadores existentes, uno de los más importantes y también más debatidos es el Factor de impacto (FI), que se define como el número de veces que son citados los artículos publicados por una revista en un periodo de 2 años por el conjunto de revistas analizadas dividido por el número total de artículos publicados en esa revista durante esos dos años. Se establece, lo calcula y lo publica el Institute for Scientific Information (ISI), actualmente conocido como Thomson Reuters ISI.
El FI es muy útil para establecer un ranking de las revistas en ese vasto panorama de la ciencia, lo que resulta muy importante para la gestión de una biblioteca ya que la limitación de los recursos obligará a centrarse en suscripciones de revistas de mayor ranking. Sin embargo, y como hemos dicho, el FI no convence a casi nadie. Partiendo de que cerca de la mitad de los artículos científicos no son citados jamás, el FI de una revista presenta un sesgo importante porque al ser un promedio, lo que suele indicar es que unos pocos artículos son citados muchas veces y otros nunca o casi nunca, además de incluir otros sesgos como el de los editores de las revistas de propiciar la publicación de artículos que citan a la propia revista, por ejemplo.



Para que os hagáis una idea, las dos revistas con mayor Factor de Impacto son Nature y Science (30,98 y 29,16 respectivamente en 2003). Para un período de 24 años (1981-2004), el Factor de Impacto acumulado de estas revistas fue de 138.97 y 138.57, respectivamente, es decir, que en promedio, un artículo publicado en esa revista es citado 138 veces durante ese espacio de tiempo (Fuente: Science Gateway). Hay que tener en cuenta el denominado principio de obsolescencia de la literatura científica, según el cual, con el paso del tiempo la probabilidad de que un artículo científico sea citado disminuye considerablemente.



¿Y en la dislexia? La revista Annals of Dyslexia tenía un FI de 1,389 en 2009, ocupando el 2º lugar en el ranking de revistas sobre Educacion Especial. La revista Dyslexia tiene un FI de 1,18 y Journal of Learning Disabilities de 1,412 (2009). Esto significa que, en promedio, un artículo publicado en alguna de estas revistas es citado algo más de una vez en los siguientes dos años.
Parece resultar un tanto desolador el panorama bibliométrico en el campo de la dislexia: tanto esfuerzo en investigar y publicar para conseguir una escasa repercusión científica. Nada más lejos. Si el FI mide lo que ocurre en una revista en concreto, el análisis de citas indica lo que realmente está pasando con un autor o un artículo concreto, y nosotros hemos investigado un poco acerca de los autores más prolíficos en el campo de la dislexia sobre los que hemos publicado algo recientemente en el blog Dislexia sin Complejos.
A diferencia del ISI, Google Scholar incluye en el número de citas otro tipo de literatura científica que no incluye el ISI: libros, tesis doctorales, etc., por lo que el número de citas obtenido con Google Scholar resulta sensiblemente mayor que el analizado por el ISI para obtener el FI pero igualmente válido respecto a la repercusión de la actividad científica de un determinado autor.
No vamos a establecer un ranking del análisis de citas de autores sobre dislexia, autismo o TDAH, pero todos los citados en el post mencionado, muestran una importante repercusión de su actividad científica. Algunos ejemplos:
-Developmental dyslexia: four consecutive patients with cortical anomalies, de Galaburda et al. (Annals of Neurology, 1985), 911 citas;
-Sex differences in the functional organization of the brain for language, de Shaywitz et al. (Nature, 1995), 953 citas;
-Does the autistic child have a “theory of mind”?, de Baron-Cohen, Leslie y Frith (Cognition, 1985), 2798 citas;
-Theories of developmental dyslexia: insights from a multiple case study of dyslexic adults, de Ramus et al. (Brain, 2003), 500 citas;
-Sources of mathematical thinking: Behavioral and brain-imaging evidence, de Dehaene et al. (Science, 1999), 931 citas;
-Behavioral inhibition, sustained attention, and executive functions: Constructing a unifying theory of ADHD, de Barkley et al. (Psychological Bulletin, 1997), 2908 citas.

Son solo algunos ejemplos de la seriedad y el rigor de determinados autores punteros en dislexia cuyo trabajo es reconocido por el resto de la comunidad científica. Otro tema distinto y del que quizás tratemos algún día es el análisis de quién cita a quién y por qué, lo que puede estudiarse por los denominados mapas de citación sobre los que os traemos dos ejemplos aunque nada tengan que ver con la dislexia.



Búsqueda personalizada

jueves, 5 de mayo de 2011

Dislexia Basada en la Evidencia

En un reciente número de la revista Pediatrics (2011; 127:e818-e856), la Academia Americana de Pediatría publica el Joint Technical Report - Learning Disabilities, Dyslexia and Vision, una extensa revisión de 39 páginas y 279 citas bibliográficas sobre las Dificultades de Aprendizaje (Learning Disabilities) y el papel de la visión en éstas, más específicamente en la dislexia.
La ciencia avanza por un proceso dinámico. Un proceso continuo de investigación y análisis de los resultados es necesario para demostrar que un tratamiento tiene efectos beneficiosos demostrables que permitan una comparación entre diferentes tratamientos. Durante los últimos 50 años los progresos en Medicina se han obtenido por estudios controlados, lo que se denomina Medicina Basada en la Evidencia, que categoriza los diferentes tipos de estudios en función de la evidencia que aporta cada tipo de estudio clínico. Testimonios, casos aislados (case reports) o pequeñas series de casos, resultan ser así unas muy pobres fuentes de información científica.
Analizando la información disponible y tras una revisión de cómo los problemas visuales no tienen una repercusión diferente en la dislexia, el Comité de expertos de la Academia Americana de Pediatría concluye que las terapias visuales, los tratamientos basados en movimientos oculares, los cristales de colores o el uso de filtros en esta condición (la dislexia), carecen de la más elemental evidencia científica como para ser recomendados para una intervención apropiada.

Búsqueda personalizada